dimarts, 6 de març del 2018

“BIEN, CREO QUE TIENEN USTEDES OTRO PASAJERO” (La diligencia, 1939. John Ford)



La diligencia (Stagecoach)

Estados Unidos, 1939

Director: John Ford

Guión: Dudley Nichols. Basado en una obra de Ernest Haycox

Fotografía: Bert Glennon

Música: Gerard Carbonara

Intérpretes:

John Wayne (Ringo Kid)
Claire Trevor (Dallas)
Andy Devine (Buck)
John Carradine (Hatfield)
Thomas Mitchell (Doc Josiah Boone)
Louise Platt (Lucy Mallory)
George Bancroft (Marshall Curley Wilcox)
Donald Meek (Samuel Peacock)
Berton Churchill (Ellsworth Henry Gatewood)
Tim Holt (Teniente Blanchard)

SINOPSIS: Una diligencia con destino a Lordsburg (Nuevo Mexico) reúne a una prostituta, un médico alcohólico, una mujer embarazada, un banquero, un antiguo soldado confederado, un comerciante de alcohol, un alguacil, un conductor algo charlatán y un forajido llamado Ringo Kid. A la tensa y difícil relación entre todos ellos se añade el ataque de unos indios apaches comandados por Gerónimo.



“La diligencia” es, sin lugar a dudas, el primer gran western de la historia del cine. Y el primero, además, que reunió a dos colosos del género: John Ford y John Wayne. Huelga decir, por lo tanto, que la inclusión de “La diligencia” entre mis spoilers está más que justificada. La cuestión en sí era elegir una escena concreta. Una escena que aunara, al mismo tiempo, calidad cinematográfica y repercusión histórica. Y precisamente por ello, porque lo que pretendía en esta ocasión era unir ambos objetivos, me he decidido finalmente por la escena que podríamos definir como la “presentación” de John Ford y John Wayne en el universo del western adulto. En el western como género de calidad. En el western con letras mayúsculas. Me estoy refiriendo, naturalmente, a la primera aparición de John Wayne en esta película.



Recordemos que aunque en 1939 John Ford ya llevaba más de 20 años dirigiendo películas y que incluso había obtenido un Oscar como mejor director por “El delator”, su primer gran western aún estaba por llegar. Y lo mismo podríamos decir de John Wayne. Aunque había debutado como protagonista en 1930 (como actor de reparto mucho antes) de la mano de Raoul Walsh en “La gran jornada”, no sería hasta nueve años después que, con “La diligencia”, John Ford lo convertiría en una auténtica estrella.

Así pues, “La diligencia” constituye el proyectil que lanzará a John Ford y a John Wayne a lo más alto del firmamento westerniano. Y no creo que haya escena más icónica y representativa de tan genial asociación que la estelar irrupción de Ringo Kid (John Wayne) en escena. Una irrupción que iniciaría una larga y fructífera trayectoria conjunta (más de 30 años y más de 20 películas) y que marcaría un antes y un después en la historia del género.





Pero bueno, vayamos al grano. A la escena, vaya. Recordemos, por de pronto, que los pasajeros de la diligencia que se dirige a Lordsburg (es decir: Gatewood, Peacock, Hatfield, Boone, Lucy, Dallas, Buck y Curley) saben dos cosas: que hay apaches chiricauas en la región y que Ringo Kid, un recluso de la zona, acaba de fugarse y se ofrece una suculenta recompensa por él. A partir de ahí, lo primero que vemos en la secuencia son dos planos que se alternan: el de una diligencia que va acercándose por un camino y el de un destacamento de soldados de La Unión que cruzan un río. En un momento dado, la diligencia se detiene y el siguiente plano nos muestra a un hombre de pie en mitad del camino con un Winchester en la mano derecha y la silla de montar en la izquierda. Inmediatamente, ese hombre ejecuta una vistosa pirueta con el rifle y, mientras la cámara avanza hacia su rostro en un impactante travelling frontal, grita:




Ringo: “¡Alto!”




Naturalmente, ese hombre es John Wayne. O lo que es lo mismo: Ringo Kid. El recluso fugado que detiene la diligencia porque no tiene montura (lleva la silla en la mano) y porque su intención es dirigirse hacia Lordsburg donde debe solucionar unos asuntos. Yo no sé vosotros, pero por muchas vueltas que le dé no encuentro mejor forma de presentar a un icono del western que ésta. Con la imponente silueta de Monument Valley tras de sí, el Winchester en una mano y la silla de montar en la otra. Luego está el travelling, claro. Un recurso no demasiado frecuente en la época que —junto a la pirueta de marras— le otorga a esa inesperada irrupción un extraordinario impacto visual. Un impacto que algunos han querido deslucir argumentando que ese ligero desenfoque hacia el rostro de Ringo Kid afea o desvirtúa el resultado final. Personalmente, no estoy de acuerdo. Es más: si me dijeran que Ford lo hizo a posta me lo creería a pies juntillas. En cualquier caso, el movimiento de cámara acaba con el rostro de Ringo Kid perfectamente enfocado. Tanto, que incluso puede percibirse como un hilillo de sudor desciende por su frente.




La escena continúa con el diálogo que os reproduzco a continuación y finaliza cuando, tras la llegada del destacamento de soldados, Ringo le entrega el rifle a Curley, carga su silla en la parte superior de la diligencia y accede a ella como un pasajero más. Mientras tanto, seremos testigos de una excelente selección de planos (con Ford no podía ser de otra manera), de la extraordinaria fotografía de Bert Glennon (“Murieron con las botas puestas”, “Rio Grande”, “El sargento negro”…) y de una conversación entre Ringo y Curley (George Bancroft) que, como suele ser habitual en el western clásico, contribuye al avance de la trama y resulta clara, concisa y directa. Así pues, lo dejo aquí. Me parece que cualquier cosa que pudiera añadir resultaría superflua.  Disfruten de la escena, amigos.  




Buck: “¡Quietas! ¡Si es Ringo!”

Curley: “Sí. ¡Hola, Ringo!”

Ringo: “¡Hola, Curley! ¡Hola, Buck! ¿Qué tal los tuyos?”

Buck: “Están bien, Ringo. Menos el abuelo que...”

Curley: “¡Cállate!”

Ringo: “No esperaba que viniese de escolta en este viaje, Comisario. ¿Va usted a Lordsburg?”

Curley: “A estas horas ya te hacía allí”

Ringo: “No, se me murió el caballo. Bien, creo que tienen ustedes otro pasajero”

Curley: “Sí, te recogeré el Winchester”

Ringo: “Tal vez me necesite a mí y a este rifle, Curley. Anoche vi arder la cabaña de un rancho”

Curley: “No lo entiendes, Ringo. Vienes como detenido”

Buck: “¡Curley!”

Teniente: “¿Todo en orden, Comisario?”

Curley: “Todo, Teniente”

Ringo: “Espero no molestar demasiado”






1 comentari:

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