dissabte, 8 d’abril del 2017

“HE VENIDO AL ENTIERRO DE MI MADRE Y, TAL VEZ, A SALUDAR A MIS HERMANOS ¿ALGUNA OBJECIÓN?” (Los cuatro hijos de Katie Elder, 1965. Henry Hathaway)


Los cuatro hijos de Katie Elder (The sons of Katie Elder)

Estados Unidos, 1965

Director: Henry Hathaway

Guión: William H. Wright, Allan Weiss y Harry Essex. Basado en una obra de Talbot Jennings

Fotografía: Lucien Ballard

Música: Elmer Bernstein

Intérpretes:

John Wayne (John Elder)
Dean Martin (Tom Elder)
Martha Hyer (Mary Gordon)
Michael Anderson Jr. (Bud Elder)
Earl Holliman (Matt Elder)
George Kennedy (Curley)
Paul Fix (Sheriff Billy Wilson)
Dennis Hopper (Dave Hastings)
James Gregory (Morgan Hastings)
Jeremy Slate (Ben Latta)

SINOPSIS: Clearwater, Texas. Tras varios años de ausencia, John, Tom, Matt y Bud Elder regresan a su pueblo natal para enterrar a su madre, Katie. Poco después del funeral reciben la visita de Mary Gordon, quien les recrimina haber abandonado a Katie. Previamente, además, el Sheriff Billy Wilson informa a John Elder que el rancho familiar ya no les pertenece puesto que Bass, el padre, lo perdió jugando al poker poco antes de ser asesinado por los secuaces de Morgan Hastings, el armero del pueblo. A consecuencia de todo ello, los cuatro hermanos se conjurarán para recuperar el rancho y cobrar venganza.



Aunque no suele aparecer entre los mejores westerns de la historia del cine yo creo, francamente, que “Los cuatro hijos de Katie Elder” podría y merecería figurar —sin lugar a dudas— en cualquier top del género. Posiblemente esa ignominiosa ausencia se deba a que su autor es Henry Hathaway, un cineasta al que siempre se le negó el talento que nunca se le cuestionó a Ford, Hawks o Mann y que sí cargó —sin embargo— con un sambenito, a mi juicio, absolutamente injusto. Sí, me estoy refiriendo al sambenito de artesano, un calificativo que todo el mundo acostumbra a asociar con este grandísimo cineasta y que no me cuadra en absoluto, por ejemplo, con el inconmensurable lirismo que ostentan algunas de las mejores escenas de esta película.

Así pues, admitiendo por de pronto que “Los cuatro hijos de Katie Elder” es algo irregular y que quizás el desarrollo de algunos personajes y el tono de la peli (épico a veces, cómico otras) no acaba de cuajar como debería, también es justo y necesario reconocer que tiene tres o cuatro secuencias muy pero que muy buenas. Particularmente dudé entre la última (la del sutil toque de John Elder a la mecedora de Katie) y la que encabeza este spoiler. Y dudé, sencillamente, porque las dos me gustan por igual. Sin embargo, acabé decidiéndome finalmente por ésta, por la de la épica irrupción de John Wayne en el tramo inicial de la peli, porque estamos ante una escena que trasciende el propio argumento de este film y apunta directamente a la figura de este actor como mito del cine en general y del western en particular.



Me explico. John Wayne contrajo cáncer de pulmón en 1964 y fue sometido a una intervención quirúrgica para extraerle el pulmón izquierdo y un par de costillas. Afortunadamente, el tratamiento fue un éxito y John Wayne sobrevivió. Pero no sólo eso. Pocos meses después de la operación, el protagonista de westerns tan emblemáticos como “La diligencia”, “Centauros del desierto” o “El hombre que mató a Liberty Valance” estaba en Mexico rodando la peli que hoy nos ocupa. Una peli que debía simbolizar la victoria de Wayne en su batalla contra el cáncer y constatar, asimismo, que un simple actor como él también podía ser tan duro de roer como sus propios personajes. Tan y tan duro de roer, incluso, como para no acobardarse y seguir haciendo pelis como si nada hubiera sucedido.



Su irrupción en escena tras la enfermedad, por lo tanto, debía estar a la altura de las circunstancias. Y precisamente por eso, sin que ningún motivo argumental lo justifique, John Elder (o lo que es lo mismo, John Wayne) aparece de repente entre las rocas de un cerro cercano al cementerio de Clearwater cuando horas antes sus hermanos lo esperaban en la estación. Una aparición que contiene un halo total y absolutamente místico y que me recordó un poquito a la imagen recortada en el horizonte del Sargento Rutledge (Woody Strode) en “El sargento negro” (1960), de John Ford.  

Estamos, en definitiva, ante una especie de resurrección. Ante uno de los mejores homenajes del cine a uno de sus mitos vivientes. Y es precisamente por ello por lo que, una vez más, me niego a catalogar a Henry Hathaway como un mero artesano del séptimo arte. Porque aunque sus pelis quizás no sean tan redondas como algunas de Ford, Hawks o Mann, Hathaway era —sin lugar a dudas— un cineasta como la copa de un pino. Y escenas como la de hoy, con Wayne contemplando desde las rocas como entierran a su madre, así lo corroboran.



Sin nada más que añadir, os dejo con el diálogo mantenido entre John Elder (John Wayne) y el Sheriff Billy Wilson (Paul Fix) en ese cerro cercano al cementerio de Clearwater. Un diálogo que viene precedido por un conato de enfrentamiento entre ambos (John Elder percibe que alguien lo acecha y desenfunda su revólver) y que, tras la confusión, hace las veces de perfecta sinopsis de la película poniéndonos en antecedentes de todo lo que ha ocurrido en el pueblo en los últimos meses. Dice así:




John Elder: “Billy”

Sheriff Billy Wilson: “Hola, John”

John Elder: “Si vas a aparecer por detrás, deberías tener más cuidado”

Sheriff Billy Wilson: “Tan rápido como siempre… Puede que más ¿Has estado practicando?”

John Elder: “¿Aún no hay periódicos por aquí?”

Sheriff Billy Wilson: “No, pero las noticias vuelan de casa en casa ¿Por qué vienes por este otro lado? ¿Temes que haya líos?”

John Elder: “Siempre hay alguien buscando líos. Clearwater no es diferente. Billy, lo que no quiero son... líos”

Sheriff Billy Wilson: “¿Cuánto piensas quedarte?”

John Elder: “No lo sé. Acabo de llegar. La gente te deja quitarte el sombrero antes de echarte”



Sheriff Billy Wilson: “No te estoy echando. Sólo pregunto cuánto piensas quedarte”

John Elder: “¿Alguna razón por la que no debería quedarme?”

Sheriff Billy Wilson: “Sí. De hecho, hay un par de razones. Una es que ésta ya no es tu casa. La dejaste hace años”

John Elder: “Continúa”

Sheriff Billy Wilson: “La segunda, que hoy ha llegado otro hombre. Tengo entendido que es un experto con la pistola”

John Elder: “¿De quién se trata?”

Sheriff Billy Wilson: “No lo sé. No es de aquí. Tengo entendido que presta sus servicios. Y la tercera es que tengo un sustituto que se toma su trabajo muy en serio”

John Elder: “¿Se me busca por algo, Billy?”

Sheriff Billy Wilson: “No”

John Elder: “Entonces, tengo una idea”

Sheriff Billy Wilson: “¿Sí?”

John Elder: “Manda a ese joven sustituto a echar del pueblo al otro tipo”

Sheriff Billy Wilson: “Supongo que sería una forma de hacerlo. Lo que pasa es que tampoco se le busca”

John Elder: “He venido al entierro de mi madre y, tal vez, a saludar a mis hermanos ¿Alguna objeción?”

Sheriff Billy Wilson: “No”

John Elder: “Bien”

Sheriff Billy Wilson: “Si quieres ver a los chicos, ve por ahí. No tendrás que pasar por el pueblo”

John Elder: “El rancho está por ahí”

Sheriff Billy Wilson: “Ya no. Morgan Hastings es su propietario. Katie vivía donde Lupin cuando falleció”

John Elder: “¿Cuándo fue eso, Billy?”

Sheriff Billy Wilson: “Mataron a tu padre hace seis meses”

John Elder: “¿Quién lo hizo?”

Sheriff Billy Wilson: “Aún no lo he averiguado. John... No hagas tonterías”




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