dilluns, 17 de setembre del 2018

“¡YO TE ARREGLARÉ TU BONITA CARA!” (Los sobornados, 1953. Fritz Lang)



Los sobornados (The big heat)

Estados Unidos, 1953

Director: Fritz Lang

Guión: Sydney Bohem. Basado en una obra de William P. McGivern

Fotografía: Charles Lang

Música: Henry Vars, Daniele Amfitheatrof

Intérpretes:

Glenn Ford (Dave Bannion)
Gloria Grahame (Debby Marsh)
Lee Marvin (Vince Stone)
Alexander Scourby (Mike Lagana)
Jocelyn Brando (Katie Bannion)
Jeannette Nolan (Bertha Duncan)
Peter Whitney (Tierney)
Willis Bouchey (Ted Wilks)
Robert Burton (Gus Burke)
Adam Williams (Larry Gordon)
Howard Wendell (Commissioner Higgins)
Chris Alcaide (George Rose)

SINOPSIS: Tras suicidarse, el policía Tom Duncan deja una carta en la que confiesa haberse dejado sobornar y en la que revela el nombre de altos funcionarios corruptos. Religiosamente custodiada por su viuda, Bertha Duncan, la preciada misiva le sirve a ésta para hacer chantaje a todos los implicados; en especial a Mike Lagana, el poderoso gangster que controla toda la ciudad a su antojo. Mientras tanto, el Sargento Dave Bannion —encargado de las investigaciones— empezará a encontrarse con todo tipo de obstáculos.



“Los sobornados” es, sin lugar a dudas, una de las grandes obras maestras del cine negro y quizás (con permiso de “Perversidad”, por supuesto) la mejor película de Fritz Lang en su etapa norteamericana. Lo corroboran su agilidad narrativa, su extraordinario guión, sus memorables diálogos, su acertadísima ambientación, su magnífica fotografía, su violencia y dramatismo y sus más que convincentes personajes. Pero si hay algo en esta película que probablemente haya pasado a formar parte de la memoria colectiva de todos los cinéfilos del mundo ese algo es, como no, su escena más impactante y emblemática: la de Vince Stone (Lee Marvin) arrojando el café hirviendo al rostro de Debby Marsh (Gloria Grahame). 



Así pues supongo que queda claro cuál va a ser mi spoiler de hoy. Un spoiler que he elegido no tanto por su incuestionable impacto dramático (que también) sino, sobre todo, porque “Los sobornados” es una película que avanza —desde una perspectiva pura y llanamente narrativa— a base de golpes de violencia. Violencia física y psicológica, por supuesto, pero básicamente física. Una violencia que se nos muestra de forma más que variopinta (suicidio, asesinatos, estrangulamientos, puñetazos, quemaduras, balazos…) y que actúa como detonante primordial de la historia que Lang nos va contando. Como si el destino, lo que tiene que ocurrir, dependiera única y exclusivamente de todos esos estallidos de violencia. Pero no sólo por eso. Esta escena me encanta también porque sus protagonistas son Lee Marvin y Gloria Grahame. Dos grandes intérpretes que, por si fuera poco y a mi juicio, se meriendan literalmente al protagonista principal de la peli: Glenn Ford. En el caso de Lee Marvin y su extraordinaria interpretación de Vince Stone, además, me recordó al espléndido debut de Richard Widmark en “El abrazo de la muerte” encarnando al diabólico Tommy Udo. Tanto por los dos espléndidos roles de villano que construyen uno y otro como por el hecho de que, para ambos, estamos hablando de sus primeros papeles destacables en el mundo del cine. Respecto a Gloria Grahame señalar, en cambio, que cuando encarnó a la voluptuosa Debby Marsh ya era una actriz prácticamente consagrada. Sus interpretaciones —casi siempre ejerciendo, como no, de femme fatale— en “Encrucijada de odios” (1947), “En un lugar solitario” (1950), “El mayor espectáculo del mundo” (1952) o “Cautivos del mal” (1952), por ejemplo, así nos lo confirman.



Como siempre, no obstante, repasemos primero los antecedentes de esta escena. Recordemos que Dave Bannion (Glenn Ford) investiga el misterioso suicidio de Tom Duncan y que todas las pistas apuntan hacia Mike Lagana (Alexander Scourby) y sus hombres. Sin embargo, Bannion va en especial tras Larry Gordon (Adam Williams), el principal sospechoso del asesinato por encargo de Katie (Jocelyn Brando), su esposa. Pues bien, después de pasarse por The Retreat, un bar de copas, y no dar con Larry sino con Vince Stone (Lee Marvin), la mano derecha de Lagana, Bannion aprovecha la ocasión para intercambiar unas palabras con la novia de este último, Debby Marsh (Gloria Grahame). Lo que no se imagina Debby, sin embargo, es la explosiva reacción de su celoso pretendiente cuando ella llega a casa. Máxime cuando se encuentra al matón de Lagana jugando una plácida partida de poker con cuatro amigos. Entre ellos, el comisionado policial Higgins (Howard Wendell) y Larry Gordon (Adam Williams), el sicario de Lagana. La conversación que se produce en ese momento es la siguiente:



Debby: “¿Ganan todos?”

Comisionado Higgins: “¡Hola señorita Marsh!”

Debby: “¿Cómo andas, Vince?”

Vince: “Muy bien ¿Dónde has estado?”

Debby: “Me quedé en el club viendo el último pase del espectáculo”



Tras saludar y dar un sorbo al whisky de Vince, Debby se despoja del abrigo de visón y se dirige a la habitación contigua. Vince no tarda en abandonar la partida e ir tras ella. Mientras tanto, Debby enciende la radio y se dispone a pintarse los labios. A su vez, Vince no deja de acosarla pregunta tras pregunta. Como en casi todas las cintas de cine negro, destaca en esta escena el diálogo (verdaderos dardos que tanto Debby como Vince lanzan en ambas direcciones) y, sobre todo, el gran provecho que saca Lang del espejo ante el cual se pinta los labios Debby y en el cual se reflejan los rostros de ambos personajes. La puesta en escena es, por lo tanto, magistral.

Vince: “Jugad un rato sin mi ¿Qué tal el espectáculo?”





Debby: “Lo mismo de siempre. No muy malo”

Vince: “¿Por qué no viniste antes a casa?”

Debby: “Por la forma en que corrías no creí que te importara”

Vince: “¿Qué significa… ‘Corrías’?”

Debby: “No fue ningún paseo”

Vince: “Con las elecciones encima no debo tener problemas con un policía loco”

Debby: “No está tan loco… Tengo noticias frescas: te odia a muerte”

Vince: “¿Cómo lo sabes?”

Debby: “Estaba allí ¿recuerdas? Soy la chica que dejaste en el bar”





Vince: “Llamé al Retreat. Tierney dice que le ofreciste un trago”

Debby: “Tierney no distinguiría una broma a menos que le diera en la cara”

Vince: “Tierney dijo que seguiste a Bannion fuera del bar”

Debby: “Salí en tu busca. Pero tu hiciste una marca mejor que la de los Juegos Olímpicos”

Vince: “Muy amable de tu parte”

Debby: “¿De veras?”

Vince: “Pensé que tal vez Bannion y tu queríais intimar a mis espaldas”

Debby: “Deberías enseñar mejor a Tierney. Búscate un chivato de más confianza”

Vince: “Tal vez tenga un soplón mejor… ¡Como fue el Club!”

En este momento, Vince sujeta fuertemente el brazo de Debby y el nivel de violencia se eleva ostensiblemente con el tono de voz de él y los gritos de ella.




Debby: “¡No! ¡Mi brazo, Vince, mi brazo!”

Vince: “¿Te gustan los policías, no?”

Debby: “¡No lo hagas, Vince! ¡Por favor!”

Vince: “¿A dónde fuisteis?”

Debby: “¡Mi brazo, mi brazo!”

Vince: “¡Te he hecho una pregunta! ¿A dónde?”

Debby: “¡Yo solo le vi en la calle! ¡Solo le vi en la calle!”

Ante el cariz que van tomando los acontecimientos, el Comisionado policial Higgins se levanta de la mesa de juego y asoma tímidamente la cabeza en la habitación contigua.



Comisionado Higgins: “Sugiero que tengamos una noche agradable”

Vince: “¡Y yo sugiero que cierres el pico! ¿A dónde fuiste con Bannion?”

Debby: “¡A ninguna parte! ¡A ninguna parte! ¡Me dejó en la puerta del club!”

Vince: “¡Embustera! ¡Maldita embustera!”





Un solo plano, el de cafetera hirviendo con la mano de Vince asiéndola a continuación, nos anticipa la tragedia. Fuera de plano, no obstante, escucharemos como Vince vierte el café en la cara de Debby y los consecuentes gritos de ella. El efecto, sin embargo, es tanto o más terrible que si hubiéramos sido testigos presenciales de ello. Algo que, por cierto, sí ocurre más adelante, en el tramo final de la película, cuando Debby consuma su venganza y hace lo propio con Vince. Al margen de ello, señalar también que la cara medio quemada de Debby (recordemos que solo le quedará afectada la parte derecha) ha sido interpretada por muchos analistas como una espléndida metáfora visual de su doble o ambigua personalidad: cínica y egoísta al principio de la película (mitad quemada) y sensible y generosa tras conocer a Bannion (mitad intacta).    

Debby: “¡Aaaah! ¡Mi cara, mi cara!”

Acto seguido, Debby escapa de su agresor cubriéndose el rostro con sus propias manos y buscando refugio en la mesa donde los amigos de Vince asisten perplejos a los acontecimientos.





Vince: “¡Yo te arreglaré tu bonita cara!”

Comisionado Higgins: “¡Déjala, Vince! ¡Basta ya!”

Vince: “¡Ella se lo ha buscado!”

Larry Gordon: “¡No se quede ahí quieto! ¡Llévela a un médico!”

Comisionado Higgins: “¡Informará a la policía!”

Vince: “Por eso tienes que ir tú ¡Vamos, muévete! Cierra la puerta”





Y poco más a añadir. Cuando una película de cine negro reúne a dos buenos actores, un diálogo para quitarse el sombrero, una puesta en escena magistral y un nivel de violencia inaudito el resultado, obviamente, no puede pasar desapercibido. Juzguen ustedes mismos.






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