Fort
Apache (Fort Apache)
Estados
Unidos, 1948
Director:
John Ford
Guión:
Frank S. Nugent. Basado en una obra de James Warner Bellah
Fotografía:
Archie Stout
Música:
Richard Hageman
Intérpretes:
John Wayne (Capt. Kirby York)
Henry Fonda (Lt. Col. Owen Thursday)
Shirley Temple (Philadelphia
Thursday)
Pedro Armendariz (Sgt. Beaufort)
Ward Bond ( Sgt.
Mj. Michael O’Rourke)
George O’Brien (Capt. Sam Collingwood)
Victor McLaglen (Sgt. Festus Mulcahy)
Anna Lee (Emily Collingwood)
John Agar (2nd. Lt. Michael Shannon O’Rourke)
Miguel
Inclan (Cochise)
SINOPSIS: Terminada la Guerra de Secesión (1861-1865), el arrogante y egocéntrico Teniente Coronel Owen Thursday, recién degradado, es enviado a Fort Apache junto a su hija Philadelphia para hacerse cargo del
mando. El fuerte, situado en medio del desierto de Arizona, es un puesto militar fronterizo cuyos soldados están
curtidos en la lucha contra los apaches mescaleros.
Mientras Philadelphia coquetea con el Teniente
Michael Shannon O’Rourke, Thursday rechaza integrarse en la comunidad. No
tardará en enfrentarse, además, con el Capitán
Kirby York, partidario de dialogar con los apaches para evitar la guerra.
Durante muchos años le di largas. En parte, porque formaba parte
de una trilogía. Y a mi las trilogías siempre me han dado mucha pereza. Pero
también, y fundamentalmente, porque creía que siendo un western que se desarrolla en un puesto militar no me iba a gustar.
Craso error. Al final lo vi y me encantó. Es más, hoy en día la considero como
uno de los tres mejores westerns de John Ford. Me estoy refiriendo,
obviamente, a “Fort Apache”.
Huelga decir, por lo tanto, que “Fort Apache” se merecía un spoiler. Y aunque de escenas memorables
tiene unas cuantas, finalmente me he decido por la de su epílogo porque tiene
dos elementos que considero esenciales en una gran secuencia: un lenguaje
visual poderoso y un diálogo inolvidable. Un diálogo —en este caso— repleto de
honestidad, sabiduría y mucho sentimiento. Un diálogo, en definitiva, para
enmarcar.
No en vano estamos ante un western que, ya de por sí, contiene
implícita lo que podríamos denominar como quintaesencia
del cine de Ford. Con esa narrativa ágil y fluida que le caracteriza, con esos
personajes (principales y secundarios) tan definidos, con esos exteriores tan
bien rodados y con ese mensaje humanista tan claro y explícito. Un mensaje que
no puede dejar indiferente a nadie y que, en esta escena concreta, encuentra su
máxima expresión.
Recapitulemos, por consiguiente, todo lo
que sucede antes de llegar a ese emotivo final. Recordemos, por ejemplo, que la
escena inmediatamente anterior finaliza con un autoritario y paranoico Teniente Coronel Thursday (Henry Fonda) llevando a sus hombres a una
muerte segura en una carga suicida frente a los indios de Cochise. Una carga
que se convierte en una auténtica masacre y en la que el propio Thursday se redimirá, en cierto modo, volviendo al
epicentro de la batalla para morir heroicamente
al lado de sus hombres. Un acto que inequívocamente recuerda al del General
Custer ante Caballo Loco en Little
Big Horn y que finaliza con idéntico desenlace. Sin embargo, más allá de
insistir o reincidir en la desquiciada e irresponsable decisión de Thursday y
en su carácter claramente desmitificador, lo que a todas luces persigue Ford a
través de esta extraordinaria secuencia final es edificar un profundo y sincero
homenaje a la caballería. Un homenaje que a muchos les podrá parecer
excesivamente conservador o patriotero pero que si nos atenemos a su contexto y
a lo que realmente pretende su autor (honrar la muerte de todos aquellos
soldados que perecieron por culpa de la obstinación de su mando) termina siendo,
a mi juicio, tan justificado como tremendamente efectivo. Máxime cuando Ford de
alguna manera u otra ya nos anticipa esa máxima que 14 años más tarde empleará
en “El hombre que mató a Liberty
Valance”. Concretamente la que dice algo así como “Esto es el oeste, señores. Cuando la leyenda supera a la realidad,
publicamos la leyenda”.
Pues nada, os dejo con la conversación
final entre los periodistas y el Capitán
Kirby York (John Wayne) en la
que seremos testimonios de ese bello homenaje al que os he aludido. Atención al
cuadro de Thursday, a los primeros planos de York mirando por la ventana y, en
especial, a ese que funde su imagen con el reflejo de los soldados que van desfilando
al otro lado del cristal. Un plano precioso que, unido al monólogo del capitán
y al suave fondo musical que suena en ese momento (el archiconocido himno de
batalla “Glory, glory, Hallelujah”), resulta
absolutamente conmovedor. Que lo disfrutéis.
Capitán York: “Señores, les advierto que ésta
puede ser una campaña muy larga. Tal vez pase mucho tiempo antes de que tengan
noticias para sus periódicos”
Periodista: “Si cogemos a Gerónimo será una
noticia sensacional, Coronel”
Periodista: “Y el regimiento se cubriría de
gloria”
Periodista: “Debió ser un gran hombre. Y un
gran soldado”
Capitán York: “Nadie murió con mayor coraje. Ni
obtuvo mayor gloria para su regimiento”
Periodista: “Coronel, conocerá usted el
famoso cuadro de “La carga de Thurday”, ¿no?”
Capitán York: “Sí, lo vi la última vez que
estuve en Washington”
Periodista: “¡Una obra magnífica! ¡Enormes
masas de apaches con sus pinturas de guerra y sus banderas y Thursday cargando
al frente de sus hombres!”
Capitán York: “Exactamente. Así es”
Periodista: “Ya se ha convertido en leyenda.
Es el héroe de los escolares norteamericanos”
Periodista: “Bueno… ¿Y los hombres que
murieron con él? El Capitán Callingday…”
Capitán York: “Collingwood”
Periodista: “Sí, claro… Collingwood”
Periodista: “Siempre suele ocurrir eso. Se
recuerda a los Thursday y los demás quedan olvidados”
Capitán York: “No, se equivoca. No quedan
olvidados porque no han muerto. Aún viven. Están ahí. Collingwood y todos.
Vivirán mientras exista el regimiento. Con una paga de 13 dólares al mes y un
rancho de alubias solas… pero puede que coman carne de caballo antes de que
acabe la campaña. Reñirán en el juego o por una botella pero compartirán hasta
la última gota de agua. Cambiarán sus rostros, sus nombres… pero son ellos. Son
el regimiento. El ejército regular. Ahora y dentro de cincuenta años. Son los
mejores que existen. Él lo consiguió. Un regimiento del que uno puede sentirse
orgulloso”
Sargento Mayor: “El regimiento está formado,
señor”
Capitán York: “Gracias, sargento mayor. Hemos
de marchar, caballeros ¿Quieren hacer alguna pregunta más?”
Periodistas: “Nada más, gracias”