dijous, 4 de maig del 2017

“SIEMPRE HE SIDO POBRE. IGUAL QUE MIS PADRES. Y MIS ABUELOS. ES COMO UNA ENFERMEDAD QUE SE TRANSMITE DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN Y SE CONVIERTE EN UNA EPIDEMIA” (Comanchería, 2016. David Mackenzie)


Comanchería (Hell or High Water)

Estados Unidos, 2016

Director: David Mackenzie

Guión: Taylor Sheridan

Fotografía: Giles Nuttgens

Música: Nick Cave y Warren Ellis

Intérpretes:

Chris Pine (Toby Howard)
Ben Foster (Tanner Howard)
Jeff Bridges (Marcus Hamilton)
Gil Birmingham (Alberto Parker)
Katy Mixon (Jenny Ann)
Dale Dickey (Elsie)
Marin Ireland (Debbie Howard)
Kevin Rankin (Billy Rayburn)

SINOPSIS: Toby y Tanner Howard son dos hermanos muy distintos (Toby es un padre de familia divorciado y Tanner, un expresidiario) que —tras la muerte de su madre— se dedican a atracar pequeñas sucursales bancarias del oeste de Texas con objeto de poder conseguir el dinero necesario para salvar del embargo su rancho familiar. Marcus Hamilton y Alberto Parker serán, por otro lado, los rangers de Texas encargados de perseguirles y arrestarles. Naturalmente, no va a ser tarea fácil.



Hace poco lo comentaba con algunos compañeros cinéfilos: me encantan los neowesterns. Algunos incluso más que muchos westerns contemporáneos. Y me encantan porque al margen de jugar con toda una serie de elementos temáticos e iconográficos típicos del western de toda la vida, los neowesterns se adaptan mucho mejor —a mi parecer— a los nuevos tiempos que nos ha tocado vivir.

Precisamente por ello he decidido, en esta ocasión, rendir un cálido homenaje a este subgénero. Naturalmente, podría haber escogido algún neowestern ‘clásico’ de relumbrón tipo “El tesoro de Sierra Madre” (1948), “Conspiración de silencio” (1955) o “Los valientes andan solos” (1962) y hubiera quedado como un rey pero el cuerpo me pedía, en este momento, algo mucho más reciente. Algo mucho más actual y contemporáneo. Y qué mejor neowestern actual, contemporáneo e incluso extemporáneo que “Comanchería”, de David Mackenzie. A mi juicio, el mejor film del 2016.



Escogido el neowestern en cuestión me enfrenté —acto seguido— a la difícil tarea de elegir una escena significativa de esa película. Y aunque quizás la primera secuencia que a uno le viene a la cabeza cuando le hablan de “Comanchería” es la del enfrentamiento a tiros entre Tanner Howard (Ben Foster) y sus perseguidores en la colina, yo creo que la última, la que enfrenta a Toby Howard (Chris Pine) y a Marcus Hamilton (Jeff Bridges) en el rancho del primero es —si cabe— mejor todavía.



Sin más dilación, pues, os dejo con una escena en la que podréis disfrutar de un duelo dialéctico brutal. Un duelo en el que ninguno de los dos contendientes dispara proyectil alguno pero en el que todas las palabras dan en el blanco con una puntería tremenda. Recordemos —eso sí— que antes de que se produzca toda esta conversación Toby había conseguido escapar del último y fallido golpe al Texas Midlands de Post y que Tanner, a continuación, se había enfrentado a sus perseguidores abatiendo a cuatro hombres desde la colina (entre ellos, Alberto Parker) hasta que Marcus había acabado con él de un certero disparo en la cabeza. Una muerte que certificaría el final de esa cadena de atracos pero que dejaría sin desentrañar —a su vez— quién había sido el cómplice y acompañante de Tanner en todos ellos. Aún así, Marcus albergaría serias sospechas sobre quién podría haber sido ese misterioso socio y, una vez jubilado, se presentaría un buen día por sorpresa en el rancho de Toby Howard para poner las cartas boca arriba y corroborar si éste había sido —o no— el cerebro de todos esos robos y, en consecuencia, de su fatídico desenlace.



Marcus: “¿Sabes quién soy? Soy el que mató a tu hermano”

Toby: “Lo sé. También sé que te jubilaste y que estás en propiedad privada”

Marcus: “Tienes derecho a dispararme y llevas un arma… ¡Muy oportuno!”

Toby: “Presumo que tú también tienes una”

Marcus: “¿Puedo sentarme?”

Toby: “Adelante… ¿Quieres una cerveza?”

Marcus: “Claro. Ya no estoy de servicio. Gracias. El clima está agradable ahora que ha refrescado… ¿Cómo lo hiciste? No importa. Lo descubriré con el tiempo ¿Por qué lo hiciste? Sé por qué lo hizo tu hermano. Robaba bancos porque le gustaba. Le disparó a mi compañero a 300 metros porque le gustó, porque le hizo sentirse bien. Si no le hubiera volado los sesos, ahora tendría una camioneta nueva, motos de agua… cualquier cosa que se le ocurriera comprar. Lo gastaría todo para tener una excusa para volver a robar. Pero tú no. No veo nada nuevo por aquí... excepto esos pozos. Cada uno de ellos te da por mes... lo que tú y tu hermano robasteis de todos los bancos juntos. Ayúdame a comprender. Ayúdame a comprender por qué murieron cuatro personas... para que pudieras robar dinero que no pareces gastar... ni necesitar

Toby: “¿Tienes familia?”

Marcus: “Mi compañero tenía una familia. Una grande. Pero no tenía ningún pozo en el jardín”

Toby: “No maté a tu amigo”

Marcus: “Sí, lo hiciste. Al poner todo esto en marcha ¿Esperas que crea que el descerebrado de tu hermano planeó todo esto? No. Esto fue inteligente. Lo planeaste tú”





Toby: “Siempre he sido pobre. Igual que mis padres. Y mis abuelos. Es como una enfermedad que se transmite de generación en generación y se convierte en una epidemia. Infecta a todas las personas que uno conoce... pero no a mis hijos. Ya no. Todo esto es de ellos ahora. Nunca maté a nadie en mi vida, pero si quieres que comience contigo… Adelante, hombre. A ver si puedes desenfundar antes de que te vuele del porche”



Marcus: “Hola”

Debbie: “¿Qué sucede?”

Toby: “Los jabalíes han vuelto al jardín. Están destrozándolo todo”

Debbie: “¿Quién es?”

Marcus: “Soy un viejo amigo de su marido”

Debbie: “Ex-marido”

Toby: “Yo sólo arreglo la casa”

Marcus: “¿No vives aquí?”

Toby: “No, no es mía. Es de ellos”

Marcus: “Las cosas que hacemos por nuestros hijos ¿no? Bien... será mejor que me vaya. Señora”

Toby: “Yo también, Debbie. Voy a limpiarme... y regresaré mañana a las 9:00 a terminar la fachada. Comenzaré a pintar y ayudaré a Randy con la tarea... cuando regrese de la escuela ¿sí?”

Debbie: “Está bien”

Toby: “Oye… Alquilé una pequeña casa en el pueblo. Si quieres terminar esta conversación, te espero cuando quieras”

Marcus: “Eso me gustaría. Nos vemos”

Toby: “Sí. Pronto, espero. Estoy ansioso por terminar el tema”

Marcus: “Nunca terminarás el tema. Te perseguirá hasta el final de tus días. Pero no estarás sólo. También me perseguirá a mí”

Toby: “Si vas a visitarme, tal vez te dé paz”

Marcus: “Tal vez. O tal vez yo te la dé a ti”





Y poco más. Supongo que este extraordinario diálogo entre Toby y Marcus ya resulta lo suficientemente explícito para dejar bien claro lo que pretenden expresar tanto David Mackenzie como Taylor Sheridan, el guionista. Los motivos de Toby (clara y meridianamente sintetizados en el propio título de este spoiler) y la obsesión de Marcus por darle carpetazo a un último caso que se le está resistiendo demasiado. Aún así, permitidme subrayar algunos aspectos y detalles que le otorgan a esta escena un plus de trascendencia, de significación, de peso. Ante todo me gustaría incidir en la soberbia interpretación de Chris Pine y Jeff Bridges. Dos actores que saben a la perfección que están protagonizando un auténtico duelo y que, para ello, no existe mejor arma que el temple, el aplomo, la sangre fría. Algo de lo que ambos van bien provistos y que contribuye a elevar la tensión de una secuencia en la que ninguno de los dos va a darse por vencido. En parte porque tanto Toby como Marcus son dos hombres muy inteligentes y no necesitan marear la perdiz ni andarse por las ramas. Y en parte, también, porque ambos tienen suficientes motivos por los que matar o —como dicen en esta escena— por los que “darse la paz”.



Otro detalle a tener en cuenta es el tempo. Obviamente no estamos ante un duelo leoniano, pero lo que resulta incuestionable es que Mackenzie se toma su tiempo para que las palabras de uno y del otro calen hondo en el espectador. Precisamente por ello el director juega con los gestos, con las miradas, con los silencios… Algunos de esos gestos (como el de Marcus sentado en el porche con el sombrero apoyado en la punta de la bota) constituyen verdaderos guiños u homenajes a icónicos personajes del western (en este caso a Rowdy Yates, personaje que Clint Eastwood interpretó en la serie televisiva “Rawhide”) mientras que otros (como el de Marcus sentado en la mecedora y bebiendo traguitos de cerveza ante Toby y su rifle o dándole tranquilamente la espalda al irse) constatan lo que hemos comentado anteriormente: que son dos hombres duros, fríos, imperturbables. Dos hombres que nada tienen que perder (Marcus es un viejo solitario y jubilado mientras que Toby ya ha logrado el objetivo de sacar a sus hijos de la miseria) y que, por lo tanto, no le tienen miedo a nada ni a nadie.



Ya para finalizar me gustaría hacer hincapié en un par de factores más: la cálida y espléndida fotografía de Giles Nuttgens (que aunque se acerca más a Steinbeck que a Malick no deja de ser extraordinaria) y la banda sonora de Nick Cave y Warren Ellis. En esta escena, sin embargo, la canción que suena al final (cuando los dos protagonistas emplazan su particular duelo para más adelante y Marcus se dirige hacia su coche) es, concretamente, “Outlaw State of Mind”, de Chris Stapleton. Un temazo que unido al movimiento de cámara de Mackenzie (primero hacia la derecha para mostrarnos los pozos y luego deteniéndose con un plano de Marcus alejándose con el coche por la polvorienta carretera para acabar hundiéndose casi literalmente en la tierra con los títulos de crédito y esa emotiva dedicatoria a sus padres, fallecidos ambos en el 2015) consigue un efecto tan sencillo como absolutamente demoledor.     




1 comentari:

  1. Buenas tardes, me agrada como escribes, haces que tus palabras escritas se conviertan en un relato muy agradable y profesional; no sé a que te dediques pero definitivamente la narrativa es tu fuerte.
    Saludos desde San Luis Potosí, México

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