El
cazador (The deer hunter)
Estados
Unidos, 1978
Director:
Michael Cimino
Guión:
Michael Cimino, Deric Washburn, Louis Garfinkle y Quinn K. Redeker
Fotografía:
Vilmos Zsigmond
Música:
Stanley Myers
Intérpretes:
Robert De Niro (Michael)
John Savage (Steven)
Christopher Walken (Nick)
John Cazale (Stan)
Meryl Streep (Linda)
Chuck Aspegren (Axel)
George Dzundza (John)
Rutanya Alda (Angela)
Shirley Stoler (Steven’s mother)
Mady Kaplan (Axel’s girl)
SINOPSIS:
Pennsylvania, 1968. Michael, Steven y Nick, tres
obreros rusoamericanos que trabajan en una planta siderúrgica en Clairton, son destinados a Vietnam. Poco antes de partir, Steven
se casa con Angela y Nick se promete
con Linda. Asimismo, Michael y Nick —junto a Stan, Axel y John— deciden organizar una última expedición de caza a las
montañas (su gran afición común) antes de ser llamados a filas. En Vietnam, sin
embargo, serán capturados por el Vietcong
y vivirán experiencias sumamente traumáticas. Las heridas físicas y
psicológicas que habrán de soportar los marcarán en un regreso a casa que no
será nada fácil.
Dicen que la verdadera amistad se demuestra
en los momentos difíciles. Cuando necesitas un hombro en el que llorar, un buen
consejo o que directamente te echen una mano. Pero yo soy de los que prefiere
asociar la amistad (sea más o menos verdadera) a los buenos momentos. Al buen rollo, a las risas, a la felicidad.
Y eso es, precisamente, lo que refleja y transmite —a mi juicio— la escena de
hoy. Posiblemente, el mejor elogio a la amistad jamás visto en una gran
pantalla.
Las razones concretas, sin embargo, no las
tengo demasiado claras. La escena en sí no es ningún prodigio audiovisual. Y no
hay nada, además, que apele directamente a la emoción o a los sentimientos.
Precisamente por ello yo diría que su gran virtud radica en la sencillez, en la
naturalidad, en la espontaneidad. En todo ello y en la cotidianeidad, por
supuesto. Porque eso mismo es lo que hace que esta escena parezca creíble,
próxima, entrañable, improvisada y empática.
Y si no… ¿Quién de nosotros no ha vivido
nunca una experiencia similar? ¿Quién de nosotros no se ha tomado nunca algunas
cervezas de más en un bar con los amigos y no se ha dejado llevar por las risas
y la música? Nadie ¿Verdad? Bueno, quizás exagere. Quizás haya quién jamás haya
vivido nada parecido y quizás piense que esta escena no tiene ni puñetera
gracia. Pero ya se sabe… Para gustos, colores. Y mi spoiler va dirigido, sobre todo, a los que amáis “El cazador”. La que para mi es la mejor
película —muy seguida de “Las puertas
del cielo”, eso sí— del malogrado Michael
Cimino. Una película que obtuvo cinco Oscars
en el año 1979 (película, director, Christopher
Walken como actor de reparto, montaje y sonido) y que, pese a su título y a
su parcial entramado bélico, no deja de ser —fundamentalmente— una gran peli sobre la amistad.
Precisamente por eso he decidido escoger
esta escena. Porque aunque “El cazador” es una peli que tiene escenas
memorables a mansalva, ésta es la que —a mi juicio— refleja mejor el feeling y la camaradería de este grupo
de amigos.
Permitidme, sin embargo, que antes de
empezar a destripar la escena en cuestión especifique en qué momento se
produce. Recordemos, por lo tanto, que Michael (Robert De Niro), Steven (John
Savage), Nick (Christopher Walken), Stan (John Cazale), Axel (Chuck Aspegren) y John (George Dzundza) forman
un grupo de amigos con una afición común: la caza. Y que tres de ellos
(Michael, Steven y Nick) han sido llamados a filas en breve para partir hacia
Vietnam; circunstancia que los empuja a tomar ciertas decisiones (casarse en el
caso de Steven; comprometerse, en el de Nick) y a celebrar esa despedida
temporal de la vida civil cazando y yéndose de copas al bar de John.
Así pues, la escena empieza con ese grupo
de amigos al que aludíamos (Michael, Steven, Nick, Stan y Axel) en el bar de John. Stan y Steven están sentados en la
barra tomando unas cervezas mientras que Michael, Nick, Axel y John hacen lo
propio jugando, además, una partida de billar. De fondo, obviamente, suena “Can’t
take my eyes off you”, de Frankie
Valli & the four seasons, una canción que fue todo un hit en la época que se desarrolla la
acción (1968) y que posteriormente se convirtió en todo un clásico versionado
hasta la saciedad. Entre otros, por Frank
Sinatra, Diana Ross & The
Supremes, Tom Jones, Gloria Gaynor, Matt Monro, Pet Shop Boys,
Lauryn Hill o Muse.
Al ritmo de su pegadiza melodía, pues, vemos
como Nick se contonea acompañado por su palo de billar mientras espera su turno
y Michael mete su bola en la tronera con un gesto chulesco. Paralelamente, en
la barra, Stan parece estar limpiando algo con su pañuelo.
Nick: “¡Eeh, estupendo! ¡Pero te haré pasar por el
tubo!”
El siguiente plano me encanta. De vuelta a
la barra donde se encuentran Stan y Steven, la cámara nos muestra como el
primero de ellos se levanta lentamente del taburete mientras entona, con mirada
melancólica y voz entre afectada y aflautada, ese mítico I want to hold you so much
que está cantando en ese momento por la radio Frankie Valli. Permitidme, pues,
que haga en este momento un pequeño inciso en la descripción de la escena para
elogiar a John Cazale, un grandísimo
actor de reparto que ya estaba gravemente enfermo de cáncer durante el rodaje
de la peli y que, aunque pudo finalizarla por los pelos, ni tan sólo pudo
llegar a verla estrenada. Debido a ello Cimino decidió rodar primero todas sus
escenas juntas y debido a ello, también, De Niro asumió pagar el hipotético
coste de volver a rodar las escenas de Cazale con otro actor en caso de muerte
prematura. Como dato anecdótico, añadir tan sólo que todas las pelis que
interpretó Cazale en su corta pero intensísima carrera cinematográfica (“El Padrino” I y II, “La conversación”, “Tarde de perros” y “El cazador”) fueron candidatas al Oscar a mejor película. Un récord, por
cierto, aún no superado.
Pero volvamos a la escena. Michael mete la
siguiente bola y Nick le paga su particular apuesta personal.
Michael: “¿Has visto?”
Nick: “¿Y a mi cuando me toca?”
Momento, precisamente, durante el cual John
se dispone a jugar.
Axel: “Eso no es lo tuyo, John. Tu a limpiar
mesas”
Mientras tanto, Stan y Steven siguen
tomando cervezas en la barra.
Steven: “Fíjate. Otra… ¡y como si nada!”
Instantáneamente, Stan le aparta la copa a
Steven.
Stan: “Hoy no debes empinar demasiado el codo,
compañero”
A continuación volvemos a la mesa de
billar. El turno es para Nick.
Axel: “Ahora a ver como te portas”
Michael: “¡Vamos!”
Nick: “¡Ya voy, amigos míos!”
Nick juega, Michael aplaude irónicamente y
a continuación juega Axel. Mientras tanto, la canción se ha situado ya en el
umbral previo al clímax del
estribillo. En el pa-ra, pa-ra, pa, pa-ra-pa..., vaya. Y así, mientras vamos
viendo varias tomas de la mesa de billar, de la barra y hasta un plano general semipicado del bar, llegamos por fin al
clímax de la escena y del estribillo. O lo que es lo mismo: al éxtasis. A la
catarsis colectiva que conlleva ese famosísimo I love you, baby cantado
al unísono (y pertinentemente desafinado, claro está) por gentileza de Nick, Stan, Steven,
Axel y John. Un momentazo de
efervescencia etílica que me sigue poniendo la piel de gallina cada vez que lo
veo y que sintetiza —a mi juicio— la felicidad total y absoluta. La felicidad más
pura, inocente y verdadera que os podáis imaginar. Esa felicidad que reside en
las pequeñas cosas y que en este momento se convierte, además, en una especie
de válvula de escape ante unos acontecimientos futuros nada halagüeños. Como
contrapunto, sin embargo, tenemos al serio y circunspecto Michael algo más
alejado del grupo. Jugando al billar mientras los demás beben y cantan al
alimón. Observándolos desde cierta distancia con una mirada cariñosa,
protectora, paternalista. En un momento dado —no obstante— hasta sonríe
tímidamente. En concreto, cuando John agarra a Steven de la cabeza y lo besa toscamente
en la mejilla. Recordemos que Steven se casa esa misma noche y que esta inolvidable
velada en el bar viene a ser algo así como su despedida de soltero particular.
Axel: “¡Marica!”
John: “¡Calla, envidioso!”
Lamentablemente, todo lo bueno tiene un
final. Y ese final (o anticlímax) se produce cuando vemos llegar por la calle a la madre de
Steven (Shirley Stoler). Un plano
que nos permite ver, de paso, la situación del bar de John en un suburbio
industrial de Pennsylvania. Y un plano, además, que nos recuerda dos cosas: que
es de día mientras todo esto sucede y que este grupo de amigos medio borrachos
son obreros que acaban de salir de trabajar de un turno de noche. Gente
humilde. Hijos de la inmigración para más señas. Y que su progresión social y
económica en el país de las grandes oportunidades se ha visto injustamente truncada
por una guerra. La de Vietnam. Una guerra que, por si fuera poco, convirtió a
jóvenes como los de esta peli en una auténtica generación infausta. En una
generación maldita. En una generación —en definitiva— perdida.
Madre de Steven: “¡Sinvergüenza!”
Nick: “Me parece que vienen por ti, amigo”
Steven: “¡Déjame!”
La entrada de la madre de Steven llevándose
a su hijo a empujones revela, asimismo, otro detalle importante. Aunque Stan y
John son cuarentones y los demás no
tienen pinta, precisamente, de tener veintipocos
lo que da a entender en todo caso esta escena es que estamos ante una pandilla
de niños traviesos. Y quizás eso mismo es lo que otorga a esta secuencia esa
pátina tan entrañable, cariñosa y encantadora. Casi naïf diría yo. Vamos, eso es al menos lo que yo percibo y siento cada
vez que veo a la madre de Steven regañando a su hijo mientras Stan, Nick, Axel
y John se despiden de él con ese mítico I want to hold you so much segundos
antes de que Stan se caiga al suelo embriagado de risas, amistad y vida.
No me gustaría finalizar este spoiler, no obstante, sin destacar la gran
fotografía de Vilmos Zsigmond y sin hacer hacer hincapié —una vez más— en
la gran trascendencia que tiene el “Can’t take my eyes off you” de Frankie Valli en esta escena. Una canción (diegética,
por supuesto) que no se limita a acompañar o enriquecer lo que vemos en
pantalla sino que va más allá, dirigiendo y vertebrando la escena hasta el
punto que los propios actores siguen una especie de coreografía (muy sui generis, eso sí) total y absolutamente
sincronizada con la canción. Quizás por eso mismo cada vez que escucho el “Can’t take my eyes off you” no puedo evitar pensar en esta escena. Y quizás
también por eso (a pesar de su exceso de azúcar) esta canción es y seguirá
siendo —sin lugar a dudas— una de las canciones de mi vida. He aquí su letra:
You're just too good to be true
Can't take my eyes off of you
You'd be like heaven to touch
I want to hold you so much
At long last love has arrived
And I thank God I'm alive
You're just too good to be true
Can't take my eyes off of you
Can't take my eyes off of you
You'd be like heaven to touch
I want to hold you so much
At long last love has arrived
And I thank God I'm alive
You're just too good to be true
Can't take my eyes off of you
Pardon the way that I stare
There's nothing else to compare
The sight of you leaves me weak
There are no words left to speak
But if you feel like I feel
Please let me know that it's real
You're just too good to be true
Can't take my eyes off of you
There's nothing else to compare
The sight of you leaves me weak
There are no words left to speak
But if you feel like I feel
Please let me know that it's real
You're just too good to be true
Can't take my eyes off of you
I love you, baby, and if it's quite all
right
I need you, baby, to warm the lonely nights
I love you, baby; trust in me when I say
Oh, pretty baby, don't bring me down I pray
Oh, pretty baby, now that I found you, stay
And let me love you, baby, let me love you
I need you, baby, to warm the lonely nights
I love you, baby; trust in me when I say
Oh, pretty baby, don't bring me down I pray
Oh, pretty baby, now that I found you, stay
And let me love you, baby, let me love you
You're just too good to be true
Can't take my eyes off of you
You'd be like heaven to touch
I want to hold you so much
At long last love has arrived
And I thank God I'm alive
You're just too good to be true
Can't take my eyes off of you
Can't take my eyes off of you
You'd be like heaven to touch
I want to hold you so much
At long last love has arrived
And I thank God I'm alive
You're just too good to be true
Can't take my eyes off of you
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada