Pulp
Fiction (Pulp Fiction)
Estados
Unidos, 1994
Director:
Quentin Tarantino
Guión:
Quentin Tarantino y Roger Avary
Fotografía:
Andrzej Sekula.
Música:
Varios
Intérpretes:
John Travolta (Vincent Vega)
Samuel L. Jackson (Jules Winnfield)
Uma Thurman (Mia Wallace)
Bruce Willis (Butch Coolidge)
Harvey Keitel (Winston Wolfe)
Ving Rhames (Marsellus Wallace)
Rosanna Arquette (Jody)
Eric Stoltz (Lance)
Tim Roth (Pumpkin/Ringo)
Amanda
Plummer (Honey Bunny/Yolanda)
Maria
de Medeiros (Fabienne)
Phil LaMarr (Marvin)
Christopher Walken (Capitán Koons)
Steve Buscemi (Buddy Holly)
SINOPSIS: Jules Winnfield y Vincent Vega son dos asesinos a sueldo que trabajan para Marsellus Wallace. Tras encargarles que
recuperen un valioso maletín, Marsellus le ordena a Vincent que se haga cargo
de Mia, su novia, mientras él está
fuera de la ciudad. Paralelamente, el boxeador Butch Coolidge ha sido sobornado por el propio Marsellus para que
pierda un combate. Por otro lado, Pumpkin/Ringo y Honey Bunny/Yolanda
deciden atracar un restaurante para ganarse unos dólares. Progresivamente, las
tres historias irán entrelazándose hasta cerrar un círculo tan original como
imprevisible.
Aunque Quentin
Tarantino ya se dio a conocer en 1992 con su extraordinaria opera prima “Reservoir Dogs”, la
peli que sacudió los cimientos del cine de finales del s. XX y que —con el
tiempo— se ha acabado convirtiendo en una auténtica obra maestra es, a mi
juicio, “Pulp Fiction”. Posiblemente,
lo mejor que ha dado el cine en estos últimos 25 años.
Mis razones, obviamente, son amplias y
diversas. En primer lugar deberíamos hablar de su peculiar estructura
narrativa, por supuesto. Pero es que además de entrelazar varias historias y de
dedicar indisimulados guiños
cinéfilos a diestro y siniestro, Tarantino fue capaz en su segundo film de
escribir un soberbio guión con largos y alucinantes diálogos, de seleccionar
una serie de temas musicales absolutamente espléndidos, de reunir a una pléyade
de actores increíble, de proporcionarle a su film nervio y violencia por un
tubo y de construir toda una serie de escenas y personajes que, como
espectadores, ya forman parte —para siempre— de nuestra memoria colectiva.
A partir de aquí lo verdaderamente difícil
consistía en elegir una sola escena concreta para desarrollar mi spoiler habitual. Y aunque el cuerpo me
pedía rememorar y describir con pelos y señales las escenas maridadas a temazos como Son of a preacher man (Dusty Springfield), Girl, you’ll be a woman soon (Urge Overkill) o el famosísimo Misirlou (Dick Dale), finalmente me he acabado decidiendo por una escena sin
ningún tipo de acompañamiento musical. Me estoy refiriendo, concretamente, a la
escena en la que Vincent Vega (John Travolta) se ve obligado a
inyectarle un pico de adrenalina a Mia Wallace (Uma Thurman) para contrarrestar su sobredosis de cocaína.
Recordemos que Marsellus, el jefe de
Vincent, le había encomendado a su empleado cuidar de su mujer mientras él
estuviera fuera de la ciudad. Y que tras el famoso concurso de baile en el Jack Rabbit Slim’s, Vincent y Mia se
dirigen a la casa de esta para tomar algo. Pues bien, es en su propia casa
donde ella aprovecha que Vincent está en el lavabo para cogerle la heroína que
este lleva en el bolsillo de la chaqueta y consumirla (confundiéndola por
cocaína) por la nariz, lo cual le provoca una sobredosis que obliga a Vincent a
trasladarla inmediatamente a casa de Lance
(Eric Stoltz), su camello, con la esperanza que éste le
ayude a reanimarla antes de que muera. Y es allí, en casa de Lance, donde se
desarrolla la escena que hoy vamos a comentar. Una escena absolutamente
frenética y electrizante en la que asistiremos a uno de los grandes diálogos que
han hecho célebre a Tarantino. Dice
así:
Lance: “¡Irrumpes en mi casa!”
Vincent: “Cógele los pies”
Lance: “¿Estás sordo? No vas a meter a esta tía en
mi casa”
Vincent: “Esta tía es la mujer de
Marsellus Wallace ¿Le conoces? Si la palma conmigo, estoy acabado. Escucha, me
veré obligado a decirle que no me ayudaste y la dejaste morir en tu jardín. Venga,
ayúdame ¡Cógela!”
Jody: “Son la una y media de la mañana… ¿Qué
cojones está pasando ahí? ¿Quién es ésta?”
Lance: “Ve a la nevera y trae un pico de adrenalina”
Jody: “¿Qué le pasa?”
Lance: “Tiene una sobredosis”
Jody: “¡Sácala de aquí!”
Lance: “¡Trae ese pico!”
Jody: “¡Jódete!”
Lance: “¡Y tú también! ¡Mierda de tía! Sigue
hablándole. Jody traerá eso. Yo voy a por mi libro de medicina”
Vincent: “¿Para qué coño lo quieres?”
Lance: “Para saber qué debo hacer”
Vincent: “¿Nunca has inyectado adrenalina?”
Lance: “Nunca tuve necesidad ¡Mis amigos saben
drogarse!”
Vincent: “¡Trae ese pico!”
Lance: “¡Lo haré si me dejas!”
Vincent: “¡Yo no te lo impido!”
Lance: “¡Deja de hablarme, habla con ella!
Vincent: “¡El pico!”
Lance: “¡Está bien!”
Vincent: “¡La estamos perdiendo!”
Lance: “¡Busco lo más rápido que puedo!”
Vincent: “¿Qué estás buscando?”
Lance: “No sé. Un libro”
Jody: “¿Qué estás buscando?”
Lance: “Mi jodido libro de medicina negro”
Jody: “¿Qué?”
Lance: “El libro de medicina. Es un libro de texto
para enfermeras”
Jody: “Nunca lo he visto”
Lance: “Pues créeme. Tengo uno”
Jody: “Pues si tan importante es… ¿Por qué no lo guardas
con las dosis?”
Lance: “No lo sé ¡Deja de joderme!”
Jody: “Mientras lo buscas, esa se morirá en
nuestra moqueta. No lo encontrarás con tanto desorden”
Lance: “¡Cállate!”
Vincent: “¡Lance, déjala y ven!”
Lance: “¡Apártate de mi camino!”
Jody: “¡Cerdo!”
Vincent: “¡Basta de paridas! ¡Ponle el
pico! ¡Venga!”
Lance: “Vale. Mientras tanto, quítale la camisa y
búscale el corazón”
Vincent: “¿Debe ser exacto?”
Lance: “Supongo. Es un pico en el corazón”
Vincent: “No sé seguro dónde está… ¿Aquí?”
Jody: “Es ahí”
Vincent: “Necesito un rotulador grande ¿Tienes
uno?”
Jody: “¿Qué?”
Vincent: “¡Un rotulador! Algo para marcar ¡Un
maldito rotulador! ¡Venga, date prisa!”
Lance: “¡Joder! Bien. Ya vale. Creo que ya está
listo”
Vincent: “¡Date prisa, tío!”
Lance: “Te diré qué hacer…”
Vincent: “Yo no se lo pongo, tío. Pónselo
tú”
Lance: “Yo no se lo pongo”
Vincent: “Ni yo tampoco. Nunca he hecho
esto”
Lance: “Ni yo. Y no lo haré. Tú la trajiste aquí. Si
alguna vez voy a tu casa con una zorra moribunda, lo haré yo”
Vincent: “Dame eso”
Lance: “Toma”
Vincent: “Dime qué hago”
Lance: “Le estás inyectando adrenalina en el
corazón. Pero está el esternón y debes perforarlo. Clava la aguja como si
dieras una puñalada”
(En este momento Lance ejecuta el gesto de
apuñalar varias veces. Básicamente para dejarle bien claro a Vincent que debe
clavar la aguja en el esternón de Mia con fuerza. Sin miedo. La réplica de
Vincent me parece genial. Por eso la he elegido para sintetizar mi spoiler)
Vincent: “¿Tengo que apuñalarla tres
veces?”
Lance: “No, tres no. Sólo una. Pero fuerte. Has de
perforar el esternón. Y cuando esté dentro, aprietas el émbolo”
Vincent: “¿Y qué pasa luego?”
Lance: “Yo también tengo curiosidad”
Vincent: “No bromees ¿La mataré?”
Lance: “Saldrá de ésta como si nada. Cuenta hasta
tres ¿Preparado? Uno. Dos ¡Tres!”
Mia: “¡Aaaaaah!”
Lance: “Si estás bien, di algo”
Mia: “Algo”
Jody: “¡Eso ha sido alucinante, carajo!”
Vincent: “¡Joder!”
Estamos, pues, ante una escena de alta tensión. De puro nervio. Adrenalínica, vamos. Y aunque,
obviamente, los diálogos repletos de frases cortas, coloquiales y repletas de tacos y de humor negro y surrealista
constituyen lo más destacable en ella, considero que no está de más prestar un
poquito de atención a la estética de Tarantino. A como el tejano decide
mostrarnos una situación tan caótica y delirante. Como esa cámara en mano (handheld) que va
siguiendo a los personajes y que —en un momento dado, por ejemplo— deja fuera de plano a Vincent y a Mia para
detenerse frente a la puerta de la habitación donde Lance busca frenéticamente
su libro de medicina. Un plano que acentúa la ya de por sí tensa situación y
que se aparta de los cánones narrativos habituales para certificar por qué
Tarantino es, sin lugar a dudas, un director especial.
Pero no sólo eso. La alternancia y riqueza
de planos que nos ofrece la escena es extraordinaria. Así, desde ese gran angular que recoge todo el salón
donde se desarrolla la acción con sus correspondientes integrantes hasta esos
impactantes primeros planos y planos de detalle, el repertorio me parece
realmente tremendo. Vamos, que Tarantino sabe donde colocar la cámara en cada
momento. Y eso —sobre todo en el clímax
de la escena— le proporciona a este gran momento cinematográfico un plus de
calidad y emoción casi casi insuperable.
Y poco más. A modo de anécdota comentar que
el tema de la resucitación volverá a
aparecer en “Kill Bill”, que Tarantino quiso adjudicarse el papel de
Lance antes de ofrecérselo a Eric Stoltz
y que incluso llegó a tantear a Kurt
Cobain para ese mismo rol. El cantante de Nirvana, sin embargo, acabó declinando la oferta.
Por lo que a dificultades del rodaje se
refiere mencionar también que el apuñalamiento
de Mia se consiguió montando el movimiento al revés. Es decir, que Travolta apoyó la aguja en el esternón
de Thurman para, acto seguido,
levantar el brazo bruscamente. De este modo se consiguió un efecto más impactante
y realista y, de paso, se evitaron posibles lesiones. Curioso ¿no?